Una historia intensa que todos protagonizamos.
La vida en una línea continua sería simplemente carente de propósito, las variaciones del sistema, de la naturaleza nos proveen de estimulos.
Vivimos en una constante e interminable toma de decisiones, al final se dice que triunfan los organismos más hábiles y que mejor se daptaron al entorno.
En nuestra juventud descuidamos los temas profundos y filosóficos que cuestionan el por qué de nuestra existencia, de adultos ese cuestionamiento se vuelve tan imprescindible que llegan etapas dónde incluso sentimos que el no responderlo nos detiene una temporada para continuar con la vida y todo lo que hacemos en el intermedio es estar en piloto automático.
Creíamos que el gran truco de la existencia era jamás titubear ni tambalearse, pero no, el secreto yace en un concepto tan simple como revolucionario. REIVINDICARSE, es básicamente tambalearse y titubear casi al punto de quiebre, de haber fallado, quedarse sin alternativas y desolado pero en el punto crítico del evento asirse a la esperanza y al respeto de quienes somos y nuestra extraordinaria capacidad de resurgir.
Es casi haberlo perdido todo menos la fe y en el momento menos pensado retornar y levantarse con mucha más fuerza, pero lo mejor aún con una gran lección que se suma a la experiencia de vida y que nos hace más capaces en futuros eventos, más sabios, tus problemas no son fallas del sistema, no son sufrimientos innecesarios impuestos de forma sádica contra ti, son la base donde se forja la voluntad y se pule quien verdaderamente merece brillar en todo su esplendor, tal como le sucede a los diamantes que se forman bajo una presión extraordinaria e insoportable para muchos otros materiales.
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